Ciberacoso y ciberbullying

Conocerlo, prevenirlo y combatirlo


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Relato de dos años de ciberacoso contra una mujer

(Reproducimos resumido y adaptado un magnífico artículo de Ángeles López para La Razón, que narra con detalle un grave caso de ciberacoso contra una mujer.)

ilustración ciberacoso violencia sexual contra la mujer a través de Internet y otras TICMás de dos años, cerca de novecientos días con sus correspondientes noches, lleva siendo objeto de ciberacoso. Un psicoterror lento, calculado y perfectamente dosificado por un depredador online dispuesto a convertir su PC, móvil o tablet en un campo de concentración. Al despertar cada mañana no sabe por dónde le puede caer la guadaña psíquica: podría ser un email intimidatorio, ver su foto –junto a su nombre, teléfono y dirección– asociados a páginas de prostitución, comprobar que su identidad ha sido suplantada en la Red o recibir decenas de llamadas y otros tantos SMS. Ha visto reducidas sus ofertas laborales «la gente recela de trabajar con alguien que puede ser problemática». «Al final el ‘‘calumnia, calumnia’’ de Molière, funciona», expresa conmocionada.

No en vano, J., el acosador, intenta cercar su vida emocional, social y laboral, falseando su identidad en Facebook, Twitter o Youtube para añadir a sus amigos, para saber de sus movimientos, e incluso se ha personado en su entorno laboral para difamarla ante sus compañeros tildándola de prostituta especializada en sexo oral… «Las amenazas y peticiones de perdón se suceden alternativamente en los distintos medios tecnológicos que poseo», refiere ella, la acosada, artista multidisciplinar, fotógrafa, bloguera y DJ de 28 años. Hasta que hace unas semanas el acoso dejó de ser virtual: en la acera y fachadas de su vivienda, se puede leer junto a un corazón graffiteado: «P. te amo».

«Tengo un pensamiento, como un ‘‘leiv motiv’’ recurrente: terminar con mi vida. No puedo más. Estoy sitiada, sin ofertas laborales porque se ha ocupado de dinamitármelas, sin ganas de salir de casa y en tratamiento psiquiátrico por estrés y ansiedad. Por no hablar de la abulia y el insomnio que padezco». El macabro ataque se ha redoblado cuando su acosador ha recibido una citación del juzgado para el mes próximo. Además, una de las tres denuncias se ha convertido en causa penal, a instancias del Ministerio Fiscal.

«Antes que ciberacosador, cualquier individuo que acomete tales prácticas es, simple y llanamente, acosador. Da igual si los motivos son ridiculizar a un estudiante (ciberbullying) o presionar a un adulto para mantener una relación: la focalización y obsesión, son idénticas, sólo que Internet se presenta como un caldo de cultivo más impune, aunque sólo teóricamente», aclara Iñaki Piñuel, profesor de la Universidad de Alcalá, psicólogo clínico y experto en acoso. No en vano, explica, el acosador persigue aterrorizar a la víctima y no pocos están persuadidos de que tienen una causa justa para asediarla pues merece ser castigada. Cada macabro canal de destrucción psicológica tiene su intrahistoria. El inicio de este tipo de «grandes enemistades» es tan antiguo y patológico como desoír un no por respuesta.

Chica guapa de 28 conoce a un tipo que le supera en casi una década. Se toman una copa con amigos y él se lleva una negativa de ella para iniciar cualquier tipo de relación sentimental. Aunque en un primer momento se intercambiaron los teléfonos y se añadieron mutuamente a Facebook, tras un primer desencuentro, P. y sus amigos le expulsan de todos sus muros de las redes sociales. Pero su comportamiento fue de manual: falsas acusaciones para dañar su reputación, publicación de información falsa en sites –crea sus propios webs, páginas de redes sociales, blogs o fotologs para su propósito–, recopilación de información a través de amigos o compañeros de trabajo para conocer los movimientos de «su presa».

Sólo así saben el resultado de sus difamaciones; a menudo monitorizan las actividades de la víctima e intentan rastrear su dirección de IP en un intento de obtener más información sobre ésta o de que gente extraña se pueda adherir a su agresión. «El problema del acosador es que el obstáculo que les pone su víctima de no querer saber de ellos, aumenta su deseo. Cuánto más se quiere retirar ella, más se obsesiona él», resume el experto Iñaki Piñuel. «Incluso incurren en la falsa victimización y el acosador puede alegar que su presa le está acosando a él», matiza Sara Solano, directora del Gabinete Psicológico Ecubo. P. asiente al escucharlo: «Cuando se entera de que le he denunciado la primera vez, duplica sus esfuerzos: se hace pasar por mí en las redes (sociales), se pone en contacto con los diseñadores que me contrataban o con fotógrafos con los que he trabajado para decirles que soy adicta a las drogas, anoréxica o seropositiva, también que practico la zoofilia, que mantengo relaciones sexuales con mis propios padres… O me llama bajo falsas identidades para ofrecerme trabajos, hasta que me doy cuenta de que es él».

La omnipresencia y difusión instantánea de la Red provoca que el ciberacoso pueda llegar a ser tanto o más traumático que el físico: «Al levantarme, escribo mi nombre para ver qué se le ha ocurrido decir de mí: rastreo todos mis perfiles falsos para borrar todos los comentarios, sé que recibiré incesantemente llamadas o SMS, de amigos o de profesionales de mi medio, que terminan pensando que me he vuelto loca escribiéndoles salvajadas inimaginables, que por supuesto no he escrito. Provoca una vulnerabilidad total. Porque, a día de hoy, ni siquiera tengo una orden de alejamiento», explica P. Al ser una agresión no presencial, el ciberacosador no tiene contacto con la víctima, «no ve sus ojos, su dolor, con lo cual difícilmente podrá llegar a sentir empatía o tener compasión. Obtiene satisfacción en la elaboración del acto violento y al imaginar el daño ocasionado en el otro, ya que no puede vivirlo in situ», aclara la terapeuta Sara Solano. «El acosado –añade Piñuel– puede tener secuelas de por vida si no es tratado a tiempo».

Maltratar es sencillo

Para según qué tipo de acoso, no hay por qué tener ninguna pericia técnica. «Hoy día cualquiera sabe crear una cuenta de correo. Basta con que sepa tu número de teléfono para que pueda poner un anuncio en una red de contactos y saturarte el teléfono ofreciendo sexo gratis en tu nombre. A menudo tiene que ver más con una cuestión de ingenio. Otra cosa muy distinta sería querer robar datos de tu ordenador o móvil para luego publicar información privada o fotografías tuyas en cualquier página web. En ese caso sí que se necesita algo más. Por lo general un ciberacosador no tiene por qué tener ningún conocimiento técnico avanzado», explica Juan Carlos Jiménez, Ingeniero Informático y Experto en Tecnologías de la Información.

«El final de mi mundo conocido». Así denomina la propia P. el momento en que le interpone una segunda denuncia –en febrero de este año– por coacción, amenazas, suplantación de identidad y daños morales. Tras rellenar un extenso formulario en comisaría, pidió abogado de oficio, ayuda psicológica y una orden de alejamiento. Nunca tuvo noticia de ninguna de las tres cosas. Pasados los meses, y al ver que no se la llamaba para juicio, intenta informarse «y me dicen que si no voy con un abogado y un procurador no pueden informarme sobre el proceso».

Y añade: «Contraté ambas figuras legales y nos enteramos de que en lugar de como “parte” acudiré al juicio el mes próximo, sólo como víctima y testigo».

Es decir, no está personada en la causa «porque no es parte, por lo que tampoco puede tener acceso a las copias del escrito de acusación ni saber el dossier de investigación que ha recabado la Policía», resume su abogado, quien prefiere mantenerse en el anonimato, por preservar la identidad de su defendida. «Pero el Ministerio Fiscal se está portando de maravilla porque ha pasado de ser considerada una posible falta a un posible delito».

Desde el momento en que J. –operario en paro que vive con sus padres– ha recibido la citación judicial se ha ocupado de redoblar esfuerzos «torturadores» por todos los medios tecnológicos conocidos. «¿Acaso quiere su momento de gloria?… ¿Te torturo porque eres mía?», resume P.

Psicópatas que buscan el suicidio de su víctima

Rasgos propios de un trastorno narcisista de la personalidad y de un psicópata, según la suma de diversos autores. Hablamos de «un depredador moral» que plantea su relación con los demás como un juego mortal. Una partida de ajedrez en la que él mueve todas las piezas pero teniendo maniatado a su adversario.

«Acostumbran a acosar en serie, pero no en paralelo, lo que quiere decir que, por sus biografías, producirán esta conducta de forma permanente.. Primero una, luego otra, y otra –explica Iñaki Piñuel–, mientras, la víctima se siente indefensa o, en algunos casos, culpable, pero siempre sufre un aislamiento psíquico. No tienen por qué ser personas débiles psicológicamente, muy al contrario, puede ser que se enfrenten directamente a su acosador. Pero ellos siempre intentarán manipular el entorno para ponerlo de su parte».

Mientras el entorno tiende a trivializar la situación –«olvídalo», «no hagas caso»–, el individuo ejerce en un permanente gutta cavat lapidem su violencia sin huella. El fin no es destruir a su presa de forma rápida, sino someterla lentamente hasta dejarla paralizada y disfrutar del interín. Es como un crimen perfecto, porque la mayor parte de los casos no es el agresor quien mata, sino el agredido quien se quita la vida.

El suicidio es el mayor triunfo del acosador moral, lo sepa o no. «Pero conmigo no va a poder –sentencia P. con seguridad– ni me hará caer en la tentación de cometer un paso en falso como intentar comunicarme con él o infringirle yo algún tipo de daño o insulto».

La obsesión de J. y el imperativo de notoriedad frente a ella –y el mundo– obedecen a una patología social nueva. Pero, como resume la víctima a modo de despedida: «Colorín, colorado, confío en que cuando le impongan una orden de alejamiento y le caiga la condena que merece, diré que este cuento se ha acabado. Para poder por fin descansar de una vez».

El ciberacoso no está tipificado (como tal) en el Código penal

El uso de las tecnologías con el propósito de dañar a alguien de manera reiterada y deliberada tiene sus consecuencias legales. «El ciberacoso es un fenómeno moderno y, como tal, no está tipificado en el Código Penal. Aun así, la mayor parte de los delitos cometidos a través de las tecnologías de la información sí lo están. Por ejemplo, el artículo 143 del Código Penal castiga con pena de prisión de cuatro a ocho años al que induzca al suicidio de otro. No importa el mecanismo utilizado, o si se induce a éste en persona, verbalmente, por chat, por SMS. La agresión física representa sólo una pequeña parte del total de estas conductas. La justicia es siempre lenta y la creación de leyes y reglamentos aún más. No hay un tremendo vacío pero las cosas están muy lejos de ser perfectas», explica Juan Carlos Jiménez. «Lo que es casi seguro –explica Luis García Pascual, inspector jefe de brigada de investigación tecnológica– es que el ciberacosador puede pasar de la potencia al acto, es decir, de la agresión virtual, a la real».

«Sus muertes fueron como si fueran mías»

«Cuando se suicidó la chica de 15 años Amanda Todd, como esta semana al conocer la del joven holandés, lloré sus muertes como si llorara la mía propia», explica P. También se han producido otros recientes suicidios por ciberbullying y sextorsiones en los EE.UU. y Francia.

Fuente: La Razón. Adaptado por PantallasAmigas.


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Adolescentes encargan el asesinato de una amiga por sus comentarios en Facebook

El asesinato de una adolescente, motivado por sus comentarios en Facebook y que habría sido planeado también en dicha red social, ha conmocionado los Países Bajos.

Según la acusación, la muerte de Joyce Winsie Hau, de 15 años, a manos de otro chico de 14 fue encargada por una pareja de chicos también adolescentes a causa de los mensajes que había publicado la menor sobre el comportamiento sexual de la pareja. La acusación ha solicitado la pena máxima para menores de 16 años en aquel país: un año de detención en un centro para menores y dos de libertad condicional que podrían ser ampliados hasta 7.

Aunque los juicios en los Países Bajos que implican a menores suelen trascurrir a puerta cerrada, en este caso los jueces han determinado que se realice públicamente dado el interés de la sociedad en conocer los detalles del caso.

Fuente: BBC vía TelasAmigas.

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‘Los padres deben estar en las redes sociales para poder educar a sus hijos en su uso seguro’

«Nuestra cría está sufriendo acoso en Tuenti y no sabemos qué hacer». Desde el anonimato para «no perjudicar más a la menor», una de las asistentes a la sesión de clausura del Congreso Internacional Ciudadanía Digital contaba cómo la chica recibe amenazas e insultos a través de la red: «sus compañeros de clase la difaman, la ridiculizan virtualmente».

El caso saltaba ayer en el taller Inter-Actividad Ciudadana, cuyo objetivo fue ofrecer algunas claves sobre el buen uso de internet. La sesión divulgativa, que echó el cierre al congreso organizado por diariovasco.com, contó en el Kursaal con la presencia de padres, niños y educadores dispuestos a acercarse a entornos tan populares entre los jóvenes como Tuenti o Facebook y, por extensión, a entender cuáles son las virtudes y peligros de este tipo de plataformas.

El suceso de ciberbullying narrado en la sala supone, quizá, uno de los casos más dramáticos que pueden darse en las redes sociales. Por eso, Araiz Zalduegi, coordinadora de formación de Pantallas Amigas, insistió durante su intervención en la importancia de educar a los menores en el correcto comportamiento on-line y, a los padres, en las herramientas que tienen a su disposición para guiar y supervisar la actividad de sus hijos.

«Es importante que los padres estén en las redes sociales», abogó la experta en proyectos multimedia educativos sobre el uso seguro de internet. «El problema es que en el mundo real enseñamos a los chavales qué pueden y que no deben hacer. Pero la mayoría de los adultos está fuera de las redes sociales, por lo que no se educa a los menores en cómo afrontar su experiencia virtual», explicó por su parte Maider Perea, miembro del equipo organizador de diariovasco.com.

Según Araiz Zalduegi, la actividad online de los niños y adolescentes debe ir abriéndose poco a poco y a medida que el o la menor vaya adquiriendo competencias para desenvolverse. «Cuando un niño es pequeño lo llevamos a los sitios de la mano. A medida que crece, le vamos dejando bajar a la plaza de al lado de casa, al centro, y, así hasta que se desenvuelve por su cuenta. Dejar a un niño sólo ante el ordenador es como permitirle que de primeras se coja el autobús y se vaya él solo al centro de Bilbao».

Desde pequeños

Y es que para Araiz Zalduegi, hay que comenzar a educar a los niños desde pequeños en el uso de internet para evitar que se produzca lo que ocurre actualmente: que el/la menor «aprende a base de tortazos, de ensayo y error», sin tutela.

Prohibir el uso de las redes sociales es una práctica poco aconsejable, según la experta. «Si no les dejan en su casa, lo hacen en el colegio, en casa de un amigo o en cualquier otro sitio en el que puedan tener acceso a un ordenador, videoconsola o teléfono móvil con conexión a internet». Es más, según la experiencia de Zalduegi, los jóvenes inician su participación en Tuenti incluso antes de los 14 años requeridos por la compañía para poder interactuar. «Mienten en la edad y, si les cierran el perfil porque la compañía les ‘pilla’, se abren otro en cinco minutos».

El tema de las mentiras y de la edad mínima requerida abrió un amplio debate en la sala. «No es que mientan en la edad, es que mienten en muchas cosas y se escudan en el anonimato para difamar», defendió una mujer en la sala. «No es cuestión de estar a favor o en contra de las redes sociales, porque están aquí para quedarse. Se trata de ver cómo las aprovechamos y cómo enseñamos a nuestros hijos a usarlas», respondió Idoia Alkorta, madre de un chico de 12 años preocupada, «que no asustada», por la vida virtual de su hijo y que, por eso, decidió acudir al taller.

Crear una identidad

Llegados al punto del anonimato, Zalduegi aprovechó para desmentir algunas ideas populares erróneas. Así, aseguró que hay que hacer ver a los jóvenes que Internet no es tan anónima como se cree ya que si, por ejemplo, se vulnera la ley atentando contra el honor de alguien, hay técnicas para detectar quién lo hizo. Precisamente eso se aconsejó a la afectada por el ciberacoso: tomar medidas.

Por otra parte, Araiz Zalduegi abogó por ayudar a los jóvenes a crear su identidad virtual, ya que será la que los responsables de recursos humanos rastreen cuando vayan a buscar un empleo. «Hay que hacerles ver que no todo se puede publicar en la Red porque la privacidad es relativa», advirtió. «Además, es bueno aconsejarles que no suban sólo fotos de fiesta, sino también de otros ámbitos y actividades para no dar una imagen sesgada de sí mismos», concluyó Zalduegi.

Fuente: Congreso Ciudadanía Digital

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El 25% de los alumnos de ESO sufren acoso en Internet

Casi una cuarta parte del alumnado de Educación Secundaria, un 23,5%, ha sido insultado a través de páginas web, por lo menos «una o dos veces». Ése porcentaje es preocupante, pero aún lo es más ese 6,6% de jóvenes que es insultado «una vez cada semana» o «varias veces a la semana».

  • El 7,7% ha sufrido burlas mediante el móvil.
  • El 10,5% ha visto su identidad suplantada en chats.
  • El 7,3% ha sido amenazado mediante el MSN messenger.
  • El 1,2% ha sufrido la divulgación por email de vídeos comprometidos suyos.
  • El 6,6% se ha encontrado con fotos indiscretas suyas publicadas en la WWW sin su permiso.
  • El 7,4% ha sufrido rumores y falsedades difundidas sobre él en las redes sociales online.

Esos son algunos de los datos provisionales que se incluyen en un completo informe que el equipo de investigación Educació i Ciutadania de la Universitat mallorquina está aún ultimando y para el que se han entrevistado a 1.826 adolescentes de entre 13 y 16 años.

Fuente: Diario de Mallorca


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El 25% de los estudiantes de ESO en Baleares son víctimas de ciberbullying

El 23,5% del alumnado de Educación Secundaria en Baleares ha sido insultado a través de páginas web, por lo menos «una o dos veces». Un 6,6% de jóvenes es insultado «una vez cada semana» o «varias veces a la semana».

Esos son algunos de los datos provisionales que se incluyen en un completo informe que el equipo de investigación Educació i Ciutadania de la Universitat está aún ultimando y para el que se han entrevistado a 1.826 adolescentes de entre 13 y 16 años. Jaume Sureda, uno de los integrantes del equipo junto a Rubén Comas y Mercè Morey, insiste en resaltar el carácter provisional de las cifras.

Sureda explicó a este diario que hace apenas un año se creía que en la ecuación «menores y nuevas tecnologías», eran los contenidos la principal amenaza. Desde hace un año, apunta el catedrático del departamento de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación, la literatura científica escrita al respecto ha descubierto que el peligro radica más en cómo configuren los menores sus relaciones como iguales en la red.

Chats y MSN

De esta forma, el equipo está constatando que los chats y el MSN o Messenger (chat con los contactos de la cuenta de correo electrónico) son los entornos más peligrosos. Así, resulta significativo por ejemplo que el 23,7% de los jóvenes haya contestado que ha sido insultado alguna vez a través del MSN y que al 1,6% se le insulte por lo menos una vez a la semana.

Por otro lado, un 10,5% afirmó que se le había suplantado la identidad en el chat, porcentaje que se eleva hasta el 23,4% al hablar del Messenger. Las amenazas también son más frecuentes en estos sitios de mensajería instantánea que en otros entornos de la red. Las burlas sin embargo son más habituales en las redes sociales.

El teléfono móvil y el correo electrónico son, con un 2,3 y un 1,2% de afectados respectivamente, los soportes preferidos para difundir vídeos comprometidos de los compañeros , mientras que para divulgar fotos indiscretas sin permiso se suele recurrir a la web (un 6,6% de los alumnos respondió que le había sucedido una o dos veces).
Aunque aún es pronto para lanzar según qué conclusiones, algunos de estos datos parece que confirman ciertas tendencias, como por ejemplo que el ciberacoso es un fenómeno que se da de una forma mucho más acentuada entre los varones que entre las féminas.

Otra primera impresión es la relación entre el autoconcepto de cada estudiante y su frecuencia como víctimas. Aquellos que tienen peor imagen de sí mismos como estudiantes, son los que aparecen más veces como víctimas de estas nuevas formas de intimidación. Una tercera conclusión es que el lugar de nacimiento de los alumnos no tiene relación.
El mismo grupo presentó el pasado abril otro estudio sobre el uso que los menores hacen de las nuevas tecnologías. Entre otras cosas, destacaba que más de la mitad de los jóvenes de hasta 16 años declaró que nunca navegaba acompañado por sus padres ni tenía ningún tipo de control.

Fuente: diariodemallorca.es