Dos recientes casos en Málaga ponen de relieve que las redes sociales son utilizadas para el ciberacoso en forma de injurias, difamaciones, amenazas y que a menudo incluyen la suplantación de la identidad online de la persona atacada. Los protagonistas en Tuenti suelen ser jóvenes, en ocasiones menores de edad.
Así, en uno de los casos, los celos, el despecho y la revancha llevaron a dos jóvenes a insultar a una chica de la que ambas habían sido amigas porque ésta comenzó a salir con el exnovio de una ellas. La Audiencia Provincial de Málaga las ha condenado a pagar sendas multas de 400 y 150 euros por delitos de injurias y amenazas. Entre otras lindezas la llamaron públicamente «puta» y la amenazaron de muerte.
La víctima denunció los hechos y se celebró de forma inmediata una juicio de faltas en el que las dos jóvenes resultaron condenadas a pagar, una 400 euros por dos faltas de injurias y de amenazas y otra a pagar 150 euros por otra falta de injurias.
Casi la mitad de los delitos y faltas de injurias o calumnias que investiga la policía se cometen ya en redes sociales online. Se trata de un terreno abonado para el acoso y el insulto.
Los delitos cometidos en las redes sociales han crecido de forma alarmante y se sitúan ya en el tercer puesto de los casos abiertos por la BIT, solo por detrás de la pornografía infantil o las estafas que se perpetran en Internet.
En otro caso dado a conocer a finales del año pasado la policía imputó a una joven malagueña por fabricarse un perfil falso también en Tuenti con las fotos e imágenes de otra chica. En la red se presentaba como una mujer desinhibida y se reconocía homosexual. El personaje falso que creó en base a las imágenes de la víctima se había hecho popular y, incluso, había conseguido numerosas amistades, la mayoría chicas.
La víctima, al descubrir que su imagen aparecía en ese perfil con otra identidad, denunció el caso y la policía rastreó el caso hasta descubrir la dirección IP del ordenador desde el que se alimentaba esa cuenta de Tuenti. La impostora resultó ser una joven conocida de la víctima.
¿A quién no le ha molestado alguna vez ser etiquetado/a sin permiso en una foto dentro de una red social?
Hoy en el trascurso de su intervención en el Encuentro Internacional ESSE-Mundo Digital, el director de PantallasamigasJorge Flores ha presentado el lanzamiento oficial de una campaña que en tres idiomas (castellano, inglés y portugués) recabará apoyos ciudadanos para convencer a las empresas responsables de redes sociales de que requieran el permiso previo de las personas etiquetadas por otros usuarios en sus fotos.
En el web central de la campaña, ETIQUETASsinpermisoNO.com, se explica cuál es el reto, los objetivos y la demanda concreta que se hace a estas empresas, apoyándose en un análisis de los problemas derivados de la actual política de tagging que afecta a la privacidad de gran número de usuarios en todo el mundo.
Desde hoy mismo PantallasAmigas comenzará una intensa labor de difusión de esta campaña para promover la participación ciberciudadana activa y conseguir que las redes sociales faciliten la defensa del derecho a la privacidad.
Vídeo que forma parte de la campaña ETIQUETASsinpermisoNO
Un joven de 21 años fue detenido el pasado viernes por acosar y amenazar de muerte a través de Internet a una vecina suya, de la misma edad. El joven llegó a crear ocho cuentas falsas en la red social Tuenti, que utilizaba para mandar mensajes amenazantes a la joven, a su familia y a algunos de sus amigos.
La policía comenzó a investigar en octubre a raíz de tres denuncias interpuestas en Zaragoza, por parte de la joven víctima principal del ciberacoso, su madre y un amigo.
Las amenazas anónimas habían comenzado a través del correo electrónico, pero que luego se extendieron a la red social online Tuenti, adquiriendo en ocasiones carácter sexual y e incluían amenazas de muerte.
La Policía estableció con rapidez un operativo para localizar al emisor de estas amenazas online, aunque fueron complicadas porque no se trataba de ningún exnovio ni un amigo cercano. Finalmente resultó ser un vecino, conocido del grupo de amigos de la víctima pero no cercano. La proximidad de la vivienda «acentuaba más, si cabe, la potencial peligrosidad», según la Policía.
El joven zaragozano es el segundo ciberacosador detenido en menos de un mes en Aragón. El 20 de octubre, la Guardia Civil apresó en Huesca a otro joven, de 25 años, por hostigar a una menor de edad. En esta ocasión, el detenido amenazaba con publicar fotografías de la chica en una red social en contra de su voluntad, si esta no accedía a mantener relaciones sexuales con él (actividad conocida como sextorsión). Las Fuerzas de Seguridad recomiendan proteger al máximo la privacidad en estas redes sociales y denunciar estos casos en cuanto comiencen.
Uno de cada seis niños sufre ciberbullying, según encuestas españolas. Los casos de adolescentes que se quitan la vida tras haber sufrido un pertinaz acoso en las redes sociales son más comunes de lo que se cree. Hay personas que se hacen pasar por otras, utilizan su perfil para insultarlas y crear rumores falsos o un ambiente en su contra. O cuelgan una foto de alguien y hacen comentarios hirientes. Jorge Flores (Portugalete, 1968), fundador y director de la organización Pantallas Amigas, es uno de los expertos que estos días reflexiona con educadores y padres sobre el alcance de este nuevo fenómeno, el acoso escolar de siempre ampliado a las redes sociales.
— ¿Por qué ha crecido tanto este fenómeno en los últimos años?
— Llevamos trabajando desde 2004 y la primera guía la hicimos en 2006. Aumenta por simple probabilidad. Hay más personas interactuando en el ciberespacio, y por lo tanto más ocasiones para el conflicto. Los chavales usan internet desde edades más tempranas, más horas al día y desde lugares diversos, en casa, en el centro escolar, quizás en la calle.
— ¿Las redes son las culpables?
— No. Pero exigen un mayor nivel de convivencia. Internet era un espacio donde convivíamos. Cuando llegan las redes sociales donde antes había cuatro ocupantes en una vivienda ahora estamos ocho. Nos obliga a estar más juntos, lo que provoca dos consecuencias, la pérdida de privacidad y el aumento de los conflictos. No es lo mismo una vivienda con cuatro ocupantes que con ocho. Y estos son las redes sociales. Convivimos más estrechamente.
— ¿Se nota estadísticamente en los centros escolares?
— Naturalmente. Hay preocupación en todos los ámbitos y en todas las partes del mundo. Nosotros estamos en los centros y lo vemos. Raro es el colegio en el que no se haya dado algún caso. Algunas estadísticas son para tomárselo muy en serio.
Un protocolo de actuación
— ¿Cómo se ha abordado este asunto en el País Vasco?
— Podemos estar satisfechos porque hemos sido la primera comunidad autónoma en poner en marcha un protocolo de intervención, algo que no se conoce ni en Europa en temas de ciberbullying. Si ocurre, contamos con una guía impulsada desde Educación porque la gente suele estar perdida.
— ¿Cómo hay que actuar?
— Hay diferentes niveles. Nosotros hemos elaborado un decálogo para una víctima de ciberbullying que se puede consultar. Los padres, por ejemplo, no tienen demasiado margen de actuación salvo si se ven involucrados en algún caso. No conviene actuar por su cuenta porque se pueden cometer errores. A los culpables hay que decirles que se trata de un daño real y que tienen una responsabilidad por ello. Y a las víctimas hay que mostrarles el camino de la autoprotección. En el acoso escolar hay un estereotipo de víctima, que puede ser la persona especial. Aquí, no. Nadie está a salvo de sufrir ese ciberacoso. Y hay que tener en cuenta que en este caso el tiempo no se para. En el colegio, el acoso empieza a las 9 de la mañana en clase. En las redes sociales, es continuo. Nunca para. Hay que pedir ayuda cuanto antes.
— ¿La privacidad es clave?
— Uno de los principales consejos que damos es que no podemos proporcionar datos personales alegremente. Cuanto más se sepa de nosotros, más vulnerables somos en caso de conflicto. Nunca hay que pensar que se está del todo seguro al otro lado de la pantalla.
«Nuestra cría está sufriendo acoso en Tuenti y no sabemos qué hacer». Desde el anonimato para «no perjudicar más a la menor», una de las asistentes a la sesión de clausura del Congreso Internacional Ciudadanía Digital contaba cómo la chica recibe amenazas e insultos a través de la red: «sus compañeros de clase la difaman, la ridiculizan virtualmente».
El caso saltaba ayer en el taller Inter-Actividad Ciudadana, cuyo objetivo fue ofrecer algunas claves sobre el buen uso de internet. La sesión divulgativa, que echó el cierre al congreso organizado por diariovasco.com, contó en el Kursaal con la presencia de padres, niños y educadores dispuestos a acercarse a entornos tan populares entre los jóvenes como Tuenti o Facebook y, por extensión, a entender cuáles son las virtudes y peligros de este tipo de plataformas.
El suceso de ciberbullying narrado en la sala supone, quizá, uno de los casos más dramáticos que pueden darse en las redes sociales. Por eso, Araiz Zalduegi, coordinadora de formación de Pantallas Amigas, insistió durante su intervención en la importancia de educar a los menores en el correcto comportamiento on-line y, a los padres, en las herramientas que tienen a su disposición para guiar y supervisar la actividad de sus hijos.
«Es importante que los padres estén en las redes sociales», abogó la experta en proyectos multimedia educativos sobre el uso seguro de internet. «El problema es que en el mundo real enseñamos a los chavales qué pueden y que no deben hacer. Pero la mayoría de los adultos está fuera de las redes sociales, por lo que no se educa a los menores en cómo afrontar su experiencia virtual», explicó por su parte Maider Perea, miembro del equipo organizador de diariovasco.com.
Según Araiz Zalduegi, la actividad online de los niños y adolescentes debe ir abriéndose poco a poco y a medida que el o la menor vaya adquiriendo competencias para desenvolverse. «Cuando un niño es pequeño lo llevamos a los sitios de la mano. A medida que crece, le vamos dejando bajar a la plaza de al lado de casa, al centro, y, así hasta que se desenvuelve por su cuenta. Dejar a un niño sólo ante el ordenador es como permitirle que de primeras se coja el autobús y se vaya él solo al centro de Bilbao».
Desde pequeños
Y es que para Araiz Zalduegi, hay que comenzar a educar a los niños desde pequeños en el uso de internet para evitar que se produzca lo que ocurre actualmente: que el/la menor «aprende a base de tortazos, de ensayo y error», sin tutela.
Prohibir el uso de las redes sociales es una práctica poco aconsejable, según la experta. «Si no les dejan en su casa, lo hacen en el colegio, en casa de un amigo o en cualquier otro sitio en el que puedan tener acceso a un ordenador, videoconsola o teléfono móvil con conexión a internet». Es más, según la experiencia de Zalduegi, los jóvenes inician su participación en Tuenti incluso antes de los 14 años requeridos por la compañía para poder interactuar. «Mienten en la edad y, si les cierran el perfil porque la compañía les ‘pilla’, se abren otro en cinco minutos».
El tema de las mentiras y de la edad mínima requerida abrió un amplio debate en la sala. «No es que mientan en la edad, es que mienten en muchas cosas y se escudan en el anonimato para difamar», defendió una mujer en la sala. «No es cuestión de estar a favor o en contra de las redes sociales, porque están aquí para quedarse. Se trata de ver cómo las aprovechamos y cómo enseñamos a nuestros hijos a usarlas», respondió Idoia Alkorta, madre de un chico de 12 años preocupada, «que no asustada», por la vida virtual de su hijo y que, por eso, decidió acudir al taller.
Crear una identidad
Llegados al punto del anonimato, Zalduegi aprovechó para desmentir algunas ideas populares erróneas. Así, aseguró que hay que hacer ver a los jóvenes que Internet no es tan anónima como se cree ya que si, por ejemplo, se vulnera la ley atentando contra el honor de alguien, hay técnicas para detectar quién lo hizo. Precisamente eso se aconsejó a la afectada por el ciberacoso: tomar medidas.
Por otra parte, Araiz Zalduegi abogó por ayudar a los jóvenes a crear su identidad virtual, ya que será la que los responsables de recursos humanos rastreen cuando vayan a buscar un empleo. «Hay que hacerles ver que no todo se puede publicar en la Red porque la privacidad es relativa», advirtió. «Además, es bueno aconsejarles que no suban sólo fotos de fiesta, sino también de otros ámbitos y actividades para no dar una imagen sesgada de sí mismos», concluyó Zalduegi.